Yeguas exhaustas by Bibiana Collado Cabrera

autor:Bibiana Collado Cabrera [Collado Cabrera, Bibiana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2023-02-01T00:00:00+00:00

6. DE POR QUÉ TENGO MIEDO A MIS ALUMNAS (SEGUNDA PARTE)

CUANDO EMPECÉ A DAR clases en Bachillerato, no me distanciaban muchos años de ellas. La sensación era increíblemente extraña, podían ser mis hermanas pequeñas, podía encontrármelas en cualquier local de la ciudad, podían también constituirse en objeto de deseo de lo que yo deseaba. Y eso resultaba increíblemente perturbador.

También en la facultad había sido así, cuando me separaba todavía menos edad. Aunque las leyes o la hipocresía general se empeñen en marcar límites, no hay apenas diferencia entre una chica de dieciséis, diecisiete, dieciocho o diecinueve (es decir, hay una inmensidad pero, en realidad, es lo mismo, seguro que sabéis a lo que me refiero). Yo había tenido alumnas comunes con Pedro, llegamos a compartir la docencia de una asignatura en el turno de tardes, él impartió la primera mitad del cuatrimestre y yo la segunda. Puse nota, sin saberlo, a una chica con la que él se había acostado, nunca supe exactamente cuándo. Una vez evaluada la materia, ella me buscó y escribió a través de redes sociales para contármelo. Cuando se lo dije a él, estalló en ira y rápidamente manipuló todos los ingredientes del relato. Algo había habido entre ellos, reconoció, pero no habían llegado a la cama, por supuesto. Y todo eso había ocurrido antes de que estuviéramos juntos. Ella estaba rabiosa porque me había elegido a mí (maldita leyenda de la elegida) y el resentimiento la había movido a hacerme creer que su historia y la mía eran contemporáneas cuando era radicalmente mentira.

¿Cuántas veces ha servido la teoría del resentimiento para callarnos o retorcer nuestro discurso? ¿Cuántas personas pensarán que he escrito esto por resentimiento? ¿Cuántas opinarán que he roto el elegante silencio que había mantenido con respecto a mi ruptura? Como si yo hubiera roto algo, como si no me hubieran roto a mí.

Algunas veces pienso en si Pedro se mantuvo alejado de la Educación Secundaria porque intuía lo que podía ocurrir, porque quizá tenía miedo de sí mismo, de cruzar el margen de la legalidad. Y eso me hace recaer en cuántos Pedros sí recorren los pasillos de nuestros institutos, en cuántos cuajan su vida de pequeños gestos ambiguos que rozan siempre los límites, en cuántos se esfuerzan en hacer sentir especial a alguna de sus pupilas, en cuántos se conforman con desear sin mover un dedo.

Se habla tan poco del deseo en algunos circuitos, como el educativo… Se habla tan poco de las consecuencias brutales de una sociedad hipersexualizada como la nuestra… No solo en ellas, nuestras alumnas; sino en nosotras, que hemos sido ellas y ahora somos profesoras, ahora somos cada vez más mayores. He visto a compañeras de trabajo hacer esfuerzos titánicos para acudir al centro todos los días maquilladas y arregladas como si fueran a salir a escena. Al fin y al cabo, ¿no es eso lo que hacemos?

No es fácil enfrentarse cada día a lo que vamos dejando de ser, al cuerpo que ya no ostentamos, al deseo que ya no abanderaremos.

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